Si tomas el agua con las semillas del baobab, quedaras protegido del ataque de los cocodrilos. Pero si te atreves a arrancar una flor del baobab, morirás devorado por un león. Proverbio africano
Al introducirse en los rectos y largos caminos hacia
el corazón de África, se hace usual la presencia del baobab, el árbol sagrado
de África. Es un árbol peculiar, debido a su gran tamaño, que llega a sobrepasar
los 30 metros de altura y 20 metros de diámetro, y a que, puede alcanzar más de
cinco mil años de vida. Durante casi todo el año no tiene hojas, lo que le hace
parecer estar seco. Su grueso, fuerte y revestido tronco contrasta con sus
tristes y desnudas ramas.
Cuenta una leyenda que en el pasado, el baobab era
admirado por la espesura de su ramaje, el verdor de sus hojas y la belleza de
sus flores. Pero creció tanto su vanidad, que ésta llego a oído de los Dioses, que
le cogieron envidia y como castigo, le condenaron a crecer del revés, con la
copa bajo tierra y las raíces al viento. Desde entonces sus ramas desnudas
parecen implorar el perdón de los Dioses.
Su
valor sagrado sigue siendo respetado en muchos pueblos africanos, dónde sólo el
más sabio del poblado puede subirse a sus ramas para recoger sus frutos y sus
hojas. Y es que sus hojas, sus frutos, sus raíces o su corteza se han utilizado
desde hace muchos años para fines terapéuticos, nutricionales así como para
tratar numerosas enfermedades. Es por ello que los africanos lo denominen árbol de la vida o árbol farmacia.
El fruto
del Baobab, conocido como pan de mono, suele caer del árbol una vez maduro, al
abrirlo podemos encontrar su pulpa deshidratada de color blanquecina y sabor
ácido. Desde siglos, los africanos han utilizado el fruto para preparar una
bebida, el bouye, un zumo muy refrescante, energético y rico en fibra,
vitaminas y sales minerales. El sabor ácido del zumo se debe a la abundante
presencia de ácidos orgánicos que contiene el fruto. En África, es muy común
ver a los niños abrir los frutos y compartir su pulpa, ya que, recién abierto
es un caramelo.
Por sus numerosos poderes, por sus
múltiples aplicaciones, el baobab es el alma, símbolo y emblema de muchos
países africanos. En Senegal, su figura se encuentra a cada paso, estampado en
el pasaporte, en logotipos oficiales y de empresas, sellos, publicidad,
productos diversos, citaciones, escrituras, leyendas, pinturas…
Descubrí el baobab por
primera vez cuando leí “El principito” de Antoine de Saint-Exupéry donde
manifestaba que “los baobabs no son
arbustos sino árboles grandes como iglesias y que, aunque llevara consigo todo
un rebaño de elefantes, ese rebaño no podría con un solo baobab”. En todo
caso, el uso del baobab por parte de Antoine Saint-Exupéry no es casual, era un
árbol que habitaba en un continente lejano, igual que el planeta del
protagonista del libro, y también crece en soledad. Además, es un reflejo de la
pasión del autor por el continente africano, que tantas veces había sobrevolado
como piloto comercial.
Aprovechando que éste año se conmemora el 70 aniversario
de “El principito” me gustaría hacerle desde aquí mi particular homenaje, ya
que desde que lo descubrí en mi infancia yo también quise descubrir otros
planetas…
Se trata de un libro muy útil
para los tiempos en los que nos encontramos. Desde un pequeño planeta remoto en
el espacio, su único habitante comienza un viaje interestelar que concluye en
la Tierra. A su llegada “El Principito” tratará de sanar el corrupto mundo de
los adultos, la enfermedad que aqueja a la humanidad que habita nuestro
planeta. Es un cuento para adultos dirigido al niño que todos fuimos alguna
vez, y que aún llevamos dentro, pero que pocas personas recuerdan. Esta obra nos hace ver que lo esencial no es lo que está a la vista
sino en lo que el corazón siente. En el momento en que el hombre aprenda a ver
con el corazón entonces, y sólo entonces, podrá salir de la ceguera a la que le
someten sus ojos.
“A los
mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás
preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: ¿Qué tono
tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas? Pero en
cambio preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto
gana su padre? Solamente con estos detalles creen conocerle. Pero nosotros, que
comprendemos la vida, nos burlamos de los números”. El principito
Aprovechando la proximidad del Día del Libro me gustaría animar a todo
lector a su lectura. Y si tras leer el libro decides observar las estrellas y
todas te parecen distintas, es que aún tienes esperanzas. Ojalá llegue a haber
en la Tierra tantas esperanzas en los hombres como estrellas en el cielo…
Hombre de Puño Abierto te anima a elogiar la amistad y el amor hacia tus
amigos en el día del Libro con un ejemplar de “El principito” y te da la
oportunidad de cambiar éste año la tradicional rosa por un Baobab. Si alguien
está interesado en adquirir un pequeño baobab no dude en ponerse en contacto a
través del correo del blog. Y como Antoine narro en la dedicatoria a su mejor amigo Léon
Werth, no olvides escribirle “porque eres
el mejor amigo que tengo en la tierra”…
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