domingo, 26 de febrero de 2012

EL SALUDO

Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos. Indira Gandhi


Me gustaría iniciar mi andadura abriendo el puño e intercambiando con vosotros un buen apretón de manos al más puro estilo africano.

En África la gente presta mucha atención a la manera de saludar al visitante. Saludarse se convierte en todo un ritual, ya que el desarrollo de este encuentro tiene gran importancia para el futuro de las relaciones. Desde el primer momento se muestran siempre cordiales y enormemente contentos. En África no te dan la mano de manera mecánica, fría, formal, distante y sobre guardando las distancias como hacemos en Europa, sino todo lo contrario, te lanzan la mano enérgicamente como si en lugar de estrecharlas te retarán a hacer un pulso. Es en el momento en el que friccionan las manos cuando aprovechan para sacar una intensa y prolongada carcajada que denota que la persona está encantada de vernos.

Y una vez mostrada su disposición positiva hacia la persona saludada comienza una larga batería de preguntas; la familia, la salud, el trabajo, los amigos…  La tradición obliga responder a cada pregunta con repetidas carcajadas de risa, que a su vez, han de provocar otras más fuertes en la persona que hace las preguntas.

Es habitual ver a menudo a personas riéndose a carcajada limpia en la calle. No están contándose chistes, simplemente se saludan. Y es cuando desvanecen las risas cuando el ritual del saludo ha terminado. Al despedirse, se desea un buen día y se vuelven a estrechar las manos. Esta escena puede repetirse numerosas veces a lo largo del día.

            En África incluso por la calle y sin pararse, la gente se cruza una sonrisa y se dirige alguna cortesía. Por desgracia en Europa tendemos con más frecuencia a cerrar el puño y evitar el saludo. Esta ausencia denota enemistad y hostilidad hacia las personas. No sólo se está perdiendo el saludo, sino acciones como “pedir permiso”, “dar las gracias” o “pedir perdón”…
 

¡BIENVENIDOS!


El presente blog tiene por objeto acercaros a la cultura africana y fundamentalmente a la de Malí, uno de los países más fascinantes y olvidados del continente.

Como sí de un cuaderno de bitácora se tratase iré puntualmente actualizando mis experiencias, vivencias compartidas en este alegre y colorido país que me han servido para aprender de ellos esos valores que hacen al hombre más humano y que en nuestra sociedad ya casi están olvidados. 

Los relatos que aquí se escriben pretenden despertar al hombre europeo que, inmerso en su ceguera colectiva en la que tan sólo ve sus propios sufrimientos y necesidades, no es consciente de que no muy lejos de aquí, la vida está detenida en épocas muy remotas donde ni el agua potable, ni la salud, ni la educación están al alcance de todos.

 Es mi forma de sensibilizar y difundir la realidad africana así como hacer visibles aquellos proyectos de cooperación a mi alcance. Es mi forma de tender mi mano, abrir el puño e intentar hacer un mundo -mi mundo- mejor.