domingo, 3 de marzo de 2013

EL BAOBAB

Si tomas el agua con las semillas del baobab, quedaras protegido del ataque de los cocodrilos. Pero si te atreves a arrancar una flor del baobab, morirás devorado por un león. Proverbio africano

 


Al introducirse en los rectos y largos caminos hacia el corazón de África, se hace usual la presencia del baobab, el árbol sagrado de África. Es un árbol peculiar, debido a su gran tamaño, que llega a sobrepasar los 30 metros de altura y 20 metros de diámetro, y a que, puede alcanzar más de cinco mil años de vida. Durante casi todo el año no tiene hojas, lo que le hace parecer estar seco. Su grueso, fuerte y revestido tronco contrasta con sus tristes y desnudas ramas. 

Cuenta una leyenda que en el pasado, el baobab era admirado por la espesura de su ramaje, el verdor de sus hojas y la belleza de sus flores. Pero creció tanto su vanidad, que ésta llego a oído de los Dioses, que le cogieron envidia y como castigo, le condenaron a crecer del revés, con la copa bajo tierra y las raíces al viento. Desde entonces sus ramas desnudas parecen implorar el perdón de los Dioses.   

Su valor sagrado sigue siendo respetado en muchos pueblos africanos, dónde sólo el más sabio del poblado puede subirse a sus ramas para recoger sus frutos y sus hojas. Y es que sus hojas, sus frutos, sus raíces o su corteza se han utilizado desde hace muchos años para fines terapéuticos, nutricionales así como para tratar numerosas enfermedades. Es por ello que los africanos lo denominen árbol de la vida o árbol farmacia. 

El fruto del Baobab, conocido como pan de mono, suele caer del árbol una vez maduro, al abrirlo podemos encontrar su pulpa deshidratada de color blanquecina y sabor ácido. Desde siglos, los africanos han utilizado el fruto para preparar una bebida, el bouye, un zumo muy refrescante, energético y rico en fibra, vitaminas y sales minerales. El sabor ácido del zumo se debe a la abundante presencia de ácidos orgánicos que contiene el fruto. En África, es muy común ver a los niños abrir los frutos y compartir su pulpa, ya que, recién abierto es un caramelo.  

Por sus numerosos poderes, por sus múltiples aplicaciones, el baobab es el alma, símbolo y emblema de muchos países africanos. En Senegal, su figura se encuentra a cada paso, estampado en el pasaporte, en logotipos oficiales y de empresas, sellos, publicidad, productos diversos, citaciones, escrituras, leyendas, pinturas… 

Descubrí el baobab por primera vez cuando leí “El principito” de Antoine de Saint-Exupéry donde manifestaba que “los baobabs no son arbustos sino árboles grandes como iglesias y que, aunque llevara consigo todo un rebaño de elefantes, ese rebaño no podría con un solo baobab”. En todo caso, el uso del baobab por parte de Antoine Saint-Exupéry no es casual, era un árbol que habitaba en un continente lejano, igual que el planeta del protagonista del libro, y también crece en soledad. Además, es un reflejo de la pasión del autor por el continente africano, que tantas veces había sobrevolado como piloto comercial. 


Aprovechando que éste año se conmemora el 70 aniversario de “El principito” me gustaría hacerle desde aquí mi particular homenaje, ya que desde que lo descubrí en mi infancia yo también quise descubrir otros planetas…   

Se trata de un libro muy útil para los tiempos en los que nos encontramos. Desde un pequeño planeta remoto en el espacio, su único habitante comienza un viaje interestelar que concluye en la Tierra. A su llegada “El Principito” tratará de sanar el corrupto mundo de los adultos, la enfermedad que aqueja a la humanidad que habita nuestro planeta. Es un cuento para adultos dirigido al niño que todos fuimos alguna vez, y que aún llevamos dentro, pero que pocas personas recuerdan. Esta obra nos hace ver que lo esencial no es lo que está a la vista sino en lo que el corazón siente. En el momento en que el hombre aprenda a ver con el corazón entonces, y sólo entonces, podrá salir de la ceguera a la que le someten sus ojos. 

“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: ¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas? Pero en cambio preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre? Solamente con estos detalles creen conocerle. Pero nosotros, que comprendemos la vida, nos burlamos de los números”. El principito

 Aprovechando la proximidad del Día del Libro me gustaría animar a todo lector a su lectura. Y si tras leer el libro decides observar las estrellas y todas te parecen distintas, es que aún tienes esperanzas. Ojalá llegue a haber en la Tierra tantas esperanzas en los hombres como estrellas en el cielo…  

Hombre de Puño Abierto te anima a elogiar la amistad y el amor hacia tus amigos en el día del Libro con un ejemplar de “El principito” y te da la oportunidad de cambiar éste año la tradicional rosa por un Baobab. Si alguien está interesado en adquirir un pequeño baobab no dude en ponerse en contacto a través del correo del blog. Y como Antoine narro en la dedicatoria a su mejor amigo Léon Werth, no olvides escribirle “porque eres el mejor amigo que tengo en la tierra”…