El niño que no juega no es
niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y
que le hará mucha falta. Pablo Neruda
Que
agradable nostalgia he experimentado al observar que el futbolín sigue siendo el
rey de los juegos entre los adolescentes senegaleses. Ha sido el chasquido típico
de la bola con el metal antes de ser lanzada al campo, lo que me ha hecho
viajar unos años en el tiempo y recrear mi infancia.
Por un
momento he cerrado los ojos y he imaginado estar con mis amigos intentando imitar
sobre el terreno de juego las diferentes jugadas de aquél 5-0 del derbi de la
temporada 94/95. El hack-trick de
Zamorano, el robo de balón de Laudrup a Bakero, la agresión de
Stoichkov a Quique Sánchez Flores con la consiguiente caída de objetos al campo
o el peculiar gesto de Amavisca al celebrar un gol. Eran tiempos en los que el
futbolín costaba 25 pesetas y se respetaba el lema “el que entra paga”. Eran
tiempos en los que sacar la bola del campo se celebraba tanto como marcar un
gol. Eran tiempos en los que los adversarios se encargaban de gritarte si
hacías “sierra” o “ruleta”. Eran tiempos en los que veías a amigos apagar sus
primeros cigarrillos en sus ceniceros…
Al
abrir los ojos me he llevado una grata sorpresa, los jugadores que forman parte
del futbolín siguen representando al Madrid y al Barça y las reglas y jugadas que
utilizan éstos jóvenes son muy parecidas a las que utilizábamos entonces. Y de
nuevo ese chasquido, la bola comienza a rodar entre los muñecos de madera. La
bola se movía a un ritmo frenético, escapándose por momentos de mi vista y las
muñecas de los niños se retorcían adoptando posiciones imposibles. Podía oír a
los pequeños recrear el partido aunque en este caso el virtuoso que cogía el
balón era un tal Messi que intentaba engañar a esa fila de defensas, antes de
fusilar a Casillas de un tiro seco…
Es
curioso ver como el futbolín se ha extendido y sigue perviviendo a lo largo del
tiempo siendo transmitido de generación en generación. En Europa, hasta no hace
mucho cada bar tenía su propio futbolín. En la actualidad, esta transmisión
generacional ha disminuido considerablemente debido principalmente al avance de
las nuevas tecnologías que ha provocado que los jóvenes pasen más tiempo frente
a las videoconsolas, sustituyendo el tradicional futbolín por videojuegos,
provocando y acelerado el desconocimiento y la práctica de éste juego de siempre…